martes, 26 de abril de 2011

Este mundo se encuentra incomodo, en la comodidad misma de donde no puede ni moverse de un particular punto deformado e inconcluso, de personas que entre tantas pierden su sonrisa pero te dan alegría sin darse cuenta, otras mantienen una distancia que hay que acortar con trabajo y dedicación, algunas esperan aquello que siempre soñaron, y otras deambulan en busca de revancha.
Algunas atraen por leer en el subterráneo, por mandar un mensaje (interminable) en el tren, por cantar una canción en el auto (cuando uno intenta dormir), por caminar apuradas en busca de un taxi mientras intentan no pisar una baldosa floja, por anudarse el cabello mientras estudian, por dormirse en cualquier lado…
Todas son bellas, tanto lo son que generan una intriga inagotable, producen querer saber a dónde van, imaginar que sabrán tocar guitarra y que les gustara la pintura; pero todo esto se va al demonio. La evolución, que involuciona (como vemos), genera tragedias, exterminios, golpes de estado, torturas cobardes, para luego si intentar construir un ideal de cambio y lograrlo en parte.
Tantas preguntas sin resolver como lo son ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?, todo parece pequeño, sin sentido, fulminante razonamiento que catapultara aquellos antiguos ideales circulares, generando un desbalanceo que desarmara al mundo, se suscitaran choques culturales, se marcaran hondas diferencias, se perderá la unión, la ingenuidad.
Delirio, maquinación.
Demasiada información para tan poco punto, el inevitable punto final.

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